Mi muerte ocurrió por
causas naturales.
Cómo era la costumbre, mis
familiares me momificaron. Y en cada fiesta mi momia era tratada como si
estuviera vivo, se me alimentaba, vestía y daba ofrendas.
Me vistieron con suntuosas
mantas y adornos de oro y plata, además de un tocado de plumas y mi escudo de
armas.
La ceremonia empezó cuando
me encontré con la momia de mi padre Huiracocha en la plaza de Aucaypata.
Mi cuerpo momificado fue colocado en el centro de Tococache (actual barrio de San Blas, en Cusco) en un templo dedicado al trueno que yo mismo mandé a edificar.
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